Con cierta asiduidad, soy testigo de una reunión de mujeres de unos cincuenta y sesenta años que quedan todas las semanas a tomar café en el mismo sitio para contarse sus historias, hablar de su familia, ropa, marujeo o de lo que les dé la real gana. Yo las observo y pienso que ya me gustaría estar así a mí a su edad, pero eso ya es otra historia.
Una de ellas, siempre se suele retirar un poco antes de la cafetería alegando que le tiene que hacer la comida al niño que sale del colegio. Yo,...